Crónica de la Bilbao-Bilbao 2024

Muchas ganas de salir en grupo y lucir maillot de Pollito, tal es así, que tras la foto con el patrocinador de fondo, Inma y Ainhoa salieron disparadas hacia la gloria por el bidegorri de Zorroza, cuando el resto todavía estábamos quitándonos la legañas de los ojos y preguntándonos de dónde salió la idea de quedar de noche. La gente ya es capaz de cualquier cosa para tirar de bici, hasta madrugar en día libre.

El grupo era muy heterogéneo, y poco a poco nos fuimos juntando por ritmos, a mí me tocó sufrir a los pros del club, no los enumero a riesgo de dejarme alguno. La primera prueba fue la subida a Andraka, la emoción era tal, que el inicio fue a 452 W de los míos, levanté el pie como si hubiera 5 radares observándome. La cosa iba en serio. El Castillo de Butrón desapareció de la escena en la persecución de Alex y Diego, y por fin nos pudimos juntar todos de nuevo para subir Umbe bajo la curiosa mirada de un turista inglés que se sacó unas fotos con nosotros en marcha, como si nunca hubiera visto un maillot de Pollito.

Llegamos a Zamudio para disfrutar de un pequeño ágape, pero nada que ver con lo que nos esperaba después. Salimos de nuevo como sí acabáramos de atracar un supermercado, y cuando ya estaba Diego con el intermitente para adelantar al coche que abría la prueba en el alto de Morga, apareció lo mejor del día, la furgoneta del Club. Agua fría y palmera de chocolate. Tremendo. Los del Jumbo-Visma unos pobre mataos. Muchas gracias por el detalle. Los de la grupeta High Power del club, que venían detrás también pudieron disfrutar de este lujazo. Impagable sentirse arropado como equipo. La envidia de los que giraban la cabeza al paso.

En la bajada de Morga, pinchazo de Xabi que solucionó con su habilidad natural para estas cosas. Los que tienen pasta se compran tubeless, se les arregla rodando, y encima salen sprintando. Al llegar al desvío para el Vivero, unos fugitivos siguen de frente y emprenden la huida, momento que es captado por el dron. El Presi está tratando de identificar a los autores. La subida final al Vivero, pasada la rampa inicial, un paseo con niños detrás, no sé cuántas veces le pregunté a Alex cuanto quedaba.

Nos montamos en un tren de grupo para volar a Bilbao y entramos en meta con adelanto sobre el horario previsto. Una jornada para recordar. Me imagino que alguno que se descolgó un poco, y los High Power, que van a nivel Dios, también hayan disfrutado del día.

Muchas gracias por vuestra compañía.

A.F.